Virtudes y carencias de la oposición cubana

Virtudes y carencias de la oposición cubana

Por Julio San Francisco
(periodista y escritor desterrado España 1995).

Un amigo me preguntó años atrás: «Los cubanos fueron capaces de construir Miami y tienen en el exilio 500 millonarios que podrían subvencionar a la oposición. ¿Por qué no han acabado con la tiranía comunista en más de medio siglo de lucha?»

Yo se lo diré.

Porque esa tiranía es totalitariamente perfecta, porque la oposición está fragmentada en pequeños partidos (30 por ciento gracias servicios inteligencia castristas), porque carece de recursos económicos, porque nos combaten profesionales de la política, el poder, propaganda y represión, que lo tienen todo garantizado (todo un aparato estatal), mientras nosotros lo hacemos después de la jornada, porque hemos carecido de estrategas políticos y comunicación, porque, por estas razones, hemos sido incapaces de ganarnos apoyo internacional y porque cada uno de nosotros cree en la individualidad por el propio «carácter cubano». Con miles de fusilados, encarcelados y desterrados en medio siglo de lucha tenaz y desigual, hoy la oposición no tiene dos o tres grandes partidos que agrupen a los opositores de todas las ideologías, (ni siquiera una gran coalición) que constituyan pragmáticos y verdaderos instrumentos de lucha y verdaderas opciones para las primeras elecciones de la ineluctable transición. Del exilio, con su corazón en Cuba, hay tres instrumentos me parecen importantes y los únicos en que he aceptado tener responsabilidades: histórico Gobierno
Constitucional Cubano, único legítimo porque fue el último elegido democráticamente y se ha mantenido fuera según los preceptos de la única constitución cubana soberana y vigente, de 1940, la Convención Internacional Anticomunista, con gran participación cubana, y la coalición Concilio Cubano, fundada en 1995, aplastada entonces. Urge, para contar con ellos en la transición, fundar el Banco Cubano del Exilio y la Cámara de Comercio de Empresarios Cubanos (E) que son miles y desparramados por el mundo. Nos han sobrado valentía, heroísmo y constancia, pero a nuestros líderes, si es que los tenemos, les han faltado «(…) vocación próxima. Y convendrá añadir que esa llamada próxima no es bastante: se requiere de una sólida preparación interior» (…) Por muchas razones evidentes el que gobierna debe poseer las virtudes morales en grado perfecto» (Santo Tomás, Política I, 10, 7), amor a la Cruz, es decir, espíritu martirial. (el patrono de los políticos católicos, Santo Tomás Moro, es mártir), y largas miras, visión de futuro, sentido de Estado. La situación histórica concreta la tenemos aún. Platón explica en República VI, 496, con un símil, por qué los sabios no participan en los negocios públicos. «Un sabio observa cómo en la calle la multitud se empapa bajo tremenda lluvia. Por un momento piensa en salir de casa para persuadir a la gente que se ponga a cubierto.

Pero renuncia al intento, considerando que si la multitud aguanta bajo la lluvia, ello indica su estupidez, y esa insensatez hace prever que rechazarán el consejo razonable. Decide, no ir a mojarse inútilmente, y se queda en casa». Aquí está la respuesta a la segunda parte de la introducción a la pregunta inicial de mi amigo.